Fallece Santiago Rey Fernández-Latorre
El presidente y editor de La Voz de Galicia, Santiago Rey Fernández-Latorre, ha fallecido hoy a los 85 años a causa de una enfermedad que deterioró rápidamente su salud en los últimos días. El maestro de periodistas y una de las personas más relevantes de la sociedad gallega y española estuvo acompañado en sus últimos momentos por su esposa, Salomé Fernández-San Julián Martínez, y por su equipo de colaboradores más íntimos.
Sus restos mortales serán velados en las próximas horas en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre, situado en las instalaciones de la empresa, en el polígono de Sabón (Arteixo, A Coruña), abierto hoy a cuantos quieran manifestarle su sentimiento, desde las tres de la tarde hasta las ocho.
Santiago Rey deja como legado la etapa de mayor esplendor de La Voz de Galicia y de todas las empresas de la Corporación, que él impulsó durante más de 60 años.
Nacido en A Coruña -«encima de una rotativa», como solía recordar- el 31 de agosto de 1938, se incorporó a las tareas empresariales en 1961 y accedió a la gerencia en 1963, bajo la presidencia de su padre, Emilio Rey Romero. Nieto del fundador del diario, Juan Fernández Latorre, e hijo de María Victoria Fernández-Latorre, desde su llegada al periódico dedicó toda su vida a convertir La Voz de Galicia y su grupo de empresas en un referente de primer orden para Galicia, tomando como misión el desarrollo de la comunidad a través de una posición editorial comprometida con las ideas que ya había expuesto el fundador en su primer editorial en 1882.
Santiago Rey fijó los objetivos de su trabajo en impulsar la galleguidad del periódico, haciéndolo presente en toda la comunidad; en modernizarlo, situándolo siempre en la vanguardia tecnológica, y en contribuir activamente a la superación de las numerosas dificultades que entonces padecía el país, con una apuesta clara por la democracia, los derechos civiles y el progreso económico y social de los gallegos.
Con su trabajo, fue el artífice del gran desarrollo del diario. Cuando asumió la gerencia, el periódico, aunque era ya el principal de Galicia, apenas imprimía varios miles de ejemplares y se difundía fundamentalmente en la ciudad donde nació y en las áreas urbanas más próximas. Con él al frente, se puso en marcha la creación de las ediciones locales por toda Galicia, que se culminaron en los años 80 y se mantienen en la actualidad con un modelo que la hace presente, con información propia, en todas las ciudades y comarcas del país.
Junto con el interés por potenciar la información local como factor decisivo para hacer honor al título del periódico y ser la voz de toda Galicia, desde muy joven se propuso también contribuir a vertebrar la comunidad, con información y opinión diarias sobre los problemas y los retos de la sociedad gallega. Gracias a su impulso y a su insistencia, que no cejó hasta su último día, se han logrado avances indispensables para el desarrollo del país, tanto en aspectos materiales como sociales y culturales.
Su apuesta por la democracia y por los derechos y el reconocimiento de Galicia fue clave en los primeros años de su ejercicio profesional, presididos por un espíritu liberal que le enfrentó al poder establecido y le ocasionó diversas represalias. Entre ellas, varias multas y amenazas por emplear el gallego en sus páginas y defender su uso normalizado.
La llegada de la democracia tuvo en él un influyente aliado, que se hizo persistente en la reclamación y gestación de la autonomía de Galicia, por encima de todo localismo, como defendió reiteradamente en sus artículos. Esa posición, presente en todo momento en el ideario de La Voz, contribuyó a formar una sólida opinión pública y a fortalecer los tres pilares que sostienen el periodismo que impulsó: la información local, la expresión propia de Galicia y una visión amplia y cosmopolita de España y el mundo. Gracias a sus ideas, nada le ha sido ajeno al periódico.
En el ámbito empresarial, su larga etapa al frente de la Corporación se caracterizó por un espíritu netamente innovador. Si el diario había sido uno de los primeros en Europa en introducir las linotipias para la composición de los textos y en promover el uso de la fotografía y la infografía muchas décadas antes del desarrollo tecnológico, durante su mandato se intensificó la renovación muy por delante de sus competidores.
A finales de los años 70 introdujo la fotocomposición y creó Galicia Editorial (Gaesa) para absorber el excedente de personal que generó la desaparición de los talleres. A comienzos de los 80, al tiempo que Santiago Rey era nombrado editor, llegaron a la Redacción central y a las locales los primeros ordenadores, que extinguieron los teletipos, y comenzó el gran desarrollo de la multimedia.
Santiago Rey creó en Galicia Antena 3 de Radio, que sería el germen de Radio Voz, el instituto demoscópico Sondaxe, la actual Voz Audiovisual y otras empresas del mundo de la comunicación, puesto que durante su trayectoria personal y profesional solo se dedicó a este sector, al considerar que era incompatible con otros negocios.
Uno de los hitos más relevantes en la modernización del diario y de las empresas de la Corporación fue la dotación de instalaciones de primer nivel en el polígono de Sabón (Arteixo), donde operan todos los servicios centrales del grupo. Comenzó en 1992, con la inauguración de la primera rotativa autónoma, completamente automatizada, que trabajaba conectada por fibra óptica con la Redacción central, entonces en la calle Concepción Arenal de A Coruña. En diciembre de 1999 se trasladaron la Redacción, la Administración y algunas empresas, y en el año 2001, tras unos años en que había delegado parcialmente la gestión, Santiago Rey retomó al completo la dirección ejecutiva del grupo como único propietario, y en ella se mantuvo hasta su último momento.
Su carácter audaz y comprometido se puso de manifiesto cuando, en plena crisis económica que hundió numerosas compañías entre el 2008 y el 2013, tomó la decisión de acometer una de las grandes inversiones de futuro, como fue la adquisición de la nueva rotativa que volvió a colocar a la empresa en la vanguardia tecnológica europea. Puesta en servicio en el año 2011, aporta desde entonces las prestaciones más innovadoras y permite imprimir cada madrugada no solo todas las ediciones de La Voz, sino también más de una decena de periódicos de información general, económica y deportiva de Madrid y de Galicia, que son distribuidos por la red propia de la Corporación.
Impulsada por el editor, poco después de la instalación de la Redacción en Sabón se creó en el año 2000 la página web de La Voz de Galicia, que hoy es por sí misma uno de los medios de comunicación más relevantes y solventes de España y da a la empresa periodística amplia proyección nacional e internacional.
Fruto de su amor a la cultura y a Galicia, Santiago Rey refundó en 1975 la Biblioteca Gallega, que había creado su abuelo junto con Andrés Martínez Salazar en 1885, e inició su relanzamiento con ediciones facsimilares de grandes obras de Murguía, Pondal y renombrados autores gallegos. Su interés por esta contribución permanece hoy, con la edición frecuente de libros que tienen a Galicia como sujeto y fuente de inspiración.
El presidente de La Voz de Galicia ha sido cofundador y permanente impulsor del Premio Fernández Latorre, que ha llegado actualmente a su edición número 66. El galardón, concedido este año por el jurado a Juan Carlos Escotet, a propuesta de Santiago Rey, ha distinguido a numerosas personalidades gallegas, nacionales e internacionales, como el presidente de Portugal, Rebelo de Sousa, el científico Ángel Carracedo, la Editorial Galaxia o la Real Academia Galega. El acto de entrega, que se celebra en el último trimestre del año, constituye una de las citas sociales más destacadas de Galicia y ha contado en diversas ediciones con la asistencia de presidentes del Gobierno y de los reyes Juan Carlos I y Felipe VI.
Fue Felipe VI quien puso el broche final a la celebración del 140 aniversario de La Voz de Galicia, que se conmemoró hace dos años. En un solemne y emocionante acto en el despacho del editor, impuso a Santiago Rey la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, «en reconocimiento a estos casi sesenta años de periodismo, a los mandos del periódico de tu vida, al que hiciste líder de A Coruña, primero; de Galicia, después, y, desde hace ya tiempo, uno de los más leídos de España».
El rey presidió ese mismo día en el Museo la entrega del Premio Fernández Latorre a Francisco Ríos, autor del Libro de Estilo de La Voz, y terminó su discurso con unas emotivas palabras en gallego: «Ao celebrar este cento corenta aniversario, desexo felicitar dun modo especial a todos os que, dun ou doutro xeito, contribuístes e contribuídes a sacar adiante o xornal cada día; en especial ao seu presidente, Santiago Rey, un dos grandes editores dende hai máis de medio século».
Precisamente fue Juan Carlos I quien en noviembre de 1998 inauguró junto con el presidente de La Voz el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre, que expone permanentemente máquinas históricas de artes gráficas y más de cinco mil ejemplares de periódicos y revistas que contienen la historia de la prensa en Galicia, con numerosas joyas de los siglos XIX y XX. Todos los fondos proceden del interés personal de su fundador, que ha tenido un papel determinante en conservar para las futuras generaciones el pasado del arte editorial y las ideas que se plasmaron con él.
El Museo es solo una de las contribuciones de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, que tiene como principal cometido mantener vivo y emplazar en el futuro el legado del presidente y editor de La Voz de Galicia. Constituida en 1997 y rediseñada en el año 2001, es una institución sin ánimo de lucro, que además cumple una finalidad social y cultural, plasmada en numerosos programas, como el Máster en Producción Xornalística e Audiovisual y el plan anual de educación medioambiental Voz Natura, en el que participan miles de escolares gallegos.
En diversas declaraciones públicas, y especialmente en la celebración con sus empleados de su 80 aniversario, Santiago Rey manifestó que en la Fundación que lleva su nombre ha puesto el futuro de La Voz de Galicia y de la Corporación, como garante del cumplimiento de todos los fines que se propuso en su extensa trayectoria y con el firme propósito de salvaguardar la independencia del diario, que consideró siempre su legado a la sociedad gallega.
«Nací para ser editor y desprecié todo lo que no fuese eso. He dejado aquí mi vida», manifestó entonces. Y añadió: «Sois vosotros los que vais a decidir si queréis sobrevivir y conservar el legado que os doy. Voy a intentar seguir haciéndolo de forma que podamos conservar un fenómeno genial: La Voz de Galicia. Continuaremos siendo independientes».
Santiago Rey está en posesión de numerosos reconocimientos. A la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica une la Medalla de Galicia (2005) y la Gran Cruz del Mérito Civil, entre otras altas distinciones. Es Hijo Predilecto de la ciudad y de la provincia de A Coruña, y Adoptivo de Ferrol, Ortigueira, Culleredo y Muxía. También es doctor honoris causa por las universidades de A Coruña y de León, y entre sus muchos cargos y distinciones fue cofundador y primer presidente de Sapisa, que creó la agencia Colpisa; también de Taller de Editores en su primera etapa, cofundador y presidente de la Asociación de Editores (Aede), cónsul honorario de Finlandia y directivo de diversas instituciones nacionales e internacionales de prensa, como el Instituto Internacional de Prensa, la Asociación Ibérica de Prensa Independiente, la Fundación para la Información y la Federación Internacional de Periodistas.
La Fundación, cuyo patronato presidía Santiago Rey; el Consejo de Administración, también encabezado por él con el cien por ciento de las acciones; la Redacción, la Administración y los cerca de 700 empleados que integran las plantillas de todas las empresas de la Corporación se unen al luto por quien ha sido siempre su referente fundamental.
Santiago Rey Fernández-Latorre ejerció un liderazgo ejemplar, que generó el reconocimiento, el orgullo de pertenencia y el afecto profundo de cuantos trabajaron a su lado. Conmovidos por su desaparición, tienen como horizonte dar continuidad a su obra.